Los enormes tubos de un emisario submarino, que se pierden en la inmensidad de la plataforma, sirven de fuente de vida y refugio en esta curiosa y frecuentada inmersión.
Resulta, sin duda, un lugar distinto que da variedad al amplio abanico de opciones que presenta Lanzarote.
La blanca arena sirve de escondite a tembladeras, angelotes y mantelinas, por lo que no debemos olvidar buscar su silueta en el fondo.
Se puede acceder tanto desde la costa como desde embarcación y resulta especialmente cómoda e ideal para bautizos de mar e iniciación.
Las personas experimentadas no dejarán de disfrutar debido a la abundancia de fauna y la luminosidad de la zona.
Los dos espigones que forman la bahía sirven de referencia para localizar a los grandes bancos de peces que se sitúan frente a la salida de la rada.
Los muros de bloques se pueden recorrer en busca de meros, catalufas, alfonsitos y otros animales más tímidos que gustan de pasar desapercibidos.